El poeta Leopoldo Lugones nació en Villa María, provincia de Córdoba (República Argentina) el 13 de junio de 1874. Fueron sus padres Santiago Lugones y Custodia Argüello, siendo ésta la responsable de su educación rígida y cristiana, que no ahondó en el alma de Leopoldo, cuyas ideas políticas y religiosas fueron variando a través de las épocas generando una gran polémica sobre su actuación, sobre todo en el plano político, por sus ideas antidemocráticas. En el campo literario, su obra fue admirada por su sencillez y patriotismo usando en sus versos el soneto, los versos libres, la quintilla y el alejandrino.
Con su familia se mudó a Santiago del Estero, capital, y luego a Ojo de Agua una villa al sur de esa provincia. Allí ingresó a la escolaridad primaria, donde fue un destacado estudiante, especialmente en Ciencias Naturales.
Para proseguir sus estudios, fue enviado a Córdoba, estudiando en el Colegio Nacional de Monserrat, donde residía su abuela materna. En 1892, su familia perdió la estancia de su propiedad y por ello se mudó a Córdoba, en una situación económica difícil que lo obligó a trabajar para colaborar con la economía familiar.
En el teatro Indarte recitó sus primeros versos y dirigió además el periódico “El pensamiento libre”, de ideología anarquista y atea alistándose como voluntario en el ejército contra las fuerzas sublevadas en Rosario de ideología radical. Fundó un centro socialista y publicó sus poemas bajo el seudónimo de Gil Paz.
En 1896 se mudó a Buenos Aires, donde contrajo enlace con Juana Agudelo. Su ideología socialista lo llevó a integrar el grupo de escritores de esa tendencia partidaria, junto a personajes de la talla de Roberto Payró, Alberto Gerchunoff y José Ingenieros.
Escribió para los periódicos “La Vanguardia” (socialista), “La Tribuna (roquista) y por su amistad con Rubén Darío, en “La Nación”.
En 1897, influido por el romanticismo francés, publicó “Las montañas del oro”, donde desplegó una gran imaginación poética. En 1899 ingresó a una logia masónica. En 1903 apoyó la candidatura del conservador Quintana, lo que tuvo como consecuencia su expulsión del socialismo.
De tendencia cercana al modernismo hispano y al simbolismo francés, publicó en 1905 “Crepúsculos del jardín”, y en 1909 “Lunario sentimental”, de temática ágil e irónica.
En 1906 escribió un cuento de misterio, “las fuerzas extrañas” y en 1926 “Cuentos fatales” donde se consagró como relator de cuentos breves.
A partir de los inicios del siglo XX realizó un estudio sobre la “Reforma educacional”, escrito programático en verso, y ocupó cargos en la cartera de Educación. Viajó a Europa para interiorizarse de las nuevas teorías y prácticas pedagógicas. A partir de 1915 ocupó el cargo de Director de la Biblioteca Nacional de Maestros.
En el centenario de la Revolución de Mayo publicó “Odas seculares”, y un año después, en 1911 “Historia de Sarmiento”. También datan de esa época “Didáctica” y “Las limaduras de Hephaesto”, ambas de 1910.
En 1916 publicó “El Payador” donde incluyó un conjunto de conferencias sobre la obra de José Hernández “Martín Fierro”, a la que consideró modelo en la formación del nacionalismo argentino.
En 1924 se editó “Estudios helénicos”, y cuatro años después “Nuevos estudios helénicos” donde se denota su profundo gusto y conocimiento de los clásicos, ya expresado en las obras anteriores.
En 1926, publicó una novela “El ángel de las sombras”, dedicada a su gran amor. Ese año obtuvo el Premio nacional de Literatura. En 1928 se conoció “poemas solariegos”, con abundancia de personajes populares, año en que impulsó la creación de la Sociedad Argentina de Escritores, cuya presidencia ejerció.
Abandonó sus ideas socialistas, calificando al comunismo de “desengaño siniestro”, permaneciendo como contrario al liberalismo, peo enrolado en el nacionalismo y el fascismo que había surgido en Europa, y apoyando en Argentina el golpe militar de 1930 que llevó al poder a Uriburu, e inauguró la denominada “Década infame”. En este período, Polo, su único hijo varón, nacido en el año 1897 se desempeñó como jefe de policía adquiriendo fama como torturador.
Leopoldo Lugones se suicidó en una isla del Delta, en San Fernando (Buenos Aires), el 18 de febrero de 1938, se cree que a causa de la oposición de su hijo a una relación amorosa. El suicidio fue una constante familiar a partir de entonces. Su hijo Polo tomó esa decisión en 1971, y un nieto suyo, Alejandro, hijo de una hija de Lugones, llamada Susana, desaparecida durante la dictadura militar en 1978, también se suicidó en un sitio cercano al que lo hizo su abuelo.